sábado, 26 de enero de 2013

La injerencia americana y alemana en la transición española, el congreso de Suresnes (1974)


En una de las primeras entradas del blog hice un breve repaso sobre el sistema político actual en España, la segunda restauración borbónica, como esa entrada está muy resumida y falta información voy a ir añadiendo nuevos conceptos que pueden ayudarnos a entender el sistema actual. Intentaré analizar la importancia del congreso de Suresnes para el actual sistema político, y dar unas pequeñas pinceladas de cómo se organizó la "transición" o "transcacción" española, como últimamente se le oye nombrar, y como a partir de este congreso se establecerá el que ha sido -y sigue siendo- uno de los principales pilares del régimen actual; el PSOE.

A diferencia de la primera restauración –periodo de 1874 a 1931-, donde todos los mecanismos políticos que se desarrollaron para el mantenimiento del sistema eran de “producto nacional” –con Cánovas a la cabeza en la elaboración-, la segunda tiene unos agentes externos imprescindibles.

(Imagen del congreso)

Nos situamos a comienzos de los 70, estamos en plena guerra fría, la URSS y el campo socialista son todavía temibles para occidente, en Asia el comunismo gana terreno con la derrota americana en Vietnam, en América Latina –continente de influencia de EEUU- ya no es sólo Cuba la que se sale del rebaño, Chile y su cobre también han caído en manos de izquierdistas, por no hablar de la infinidad de guerrillas que ya actuaban en el continente sudamericano. Mientras, en Europa, donde el status quo reina sin problemas, los dos estados de la península ibérica –España y Portugal- se enfrentan al final de dos regímenes fascistas, caracterizados por los siguientes puntos:

- Final de una dictadura fascista y personalista.

- Buenas relaciones con EEUU, en alianza anticomunista.

- Desarrollo del capitalismo, entrada de capitales norteamericanos –a cambio de bases militares-  y desarrollo incipiente de la industria.

- Una oposición liderada por el Partido Comunista –PCP y PCE-.

Hubo un punto que España y Portugal no compartían, el imperio colonial. A principios de los 70 las colonias portuguesas de Mozambique y Angola se rebelaron contra la metrópoli, la respuesta fue un “pacificación militar” a través de las fuerzas armadas de Portugal. Mientras el resto de potencias coloniales se preocupaban de abandonar el continente (por lo menos militarmente) de la forma más correcta posible, Portugal seguía enviando hombres a una guerra inútil imposible de ganar –ni EEUU había podido con los deseos de independencia de los vietcong ¿Iba a poder Portugal?-. En consecuencia, el movimiento anticolonialista dentro del ejército se hizo fuerte, uniéndose este al de oposición a la dictadura. Finalmente, el ejército, junto al PCP (Partido Comunista de Portugal) fueron los principales protagonistas de la revolución de los claveles de 1974, revolución que finalmente fue domesticada, pero durante 1974 fue el quebradero de cabeza del bloque occidental ¿Una revolución comunista en Portugal? ¿Podían ganar los comunistas al otro lado del telón de acero?


La respuesta es NO. Los comunistas estaban vetados del poder en el lado occidental, si no que le pregunten a los italianos. No nos vamos a centrar en como la revolución de los claveles se domesticó, sino en cómo esta influyó en las acciones de EEUU y sus aliados en relación a la “transición” española.

1974 fue un año turbulento para el franquismo, Franco ya demostraba incapacidad total para gobernar, el año anterior -1973- había sido el atentado a Carrero Blanco, coincidiendo con el proceso 1001 –en el cual se juzgaba la dirección de las Comisiones Obreras, un juicio en el que se pretendía denunciar a la comunidad internacional como eran los juicios franquistas, siendo protagonistas los líderes comunistas que dirigían CCOO, casualmente el mismo día del juicio ETA asesinaba a Carrero, centrándose la atención de los medios internacionales en este último hecho-. Tras la muerte de Carrero, el régimen se centró en un inmovilismo final “a verlas venir”, pues los dirigentes ya eran conscientes de la imposibilidad de mantener una dictadura en la Europa occidental tras la muerte del dictador.

Aquí entran los agentes externos, el principal sujeto de esta trama será la CIA, junto a la socialdemocracia alemana. Henry  Kissinger, como secretario de Estado de EEUU y Willy Brandt como líder de la socialdemocracia alemana, serán sus representantes. El germano-americano acababa de coordinar la operación que puso a Pinochet en el poder –ya tenía experiencia en acabar con comunistas- y Willy Brandt estaba en su último año de legislatura en la República Federal Alemana, aquella que seguía manteniendo ilegal al KPD (Partido Comunista de Alemania) y donde la represión era tal, que las guerrillas urbanas como las RAF tenían un apoyo entre la juventud alemana enorme. Dos expertos anticomunistas, uno desde derecha y otro desde la izquierda, que acabarían, como no, galardonados con el premio Nobel de la Paz por sus labores contra el comunismo (al igual que Gorbachov). Cabe destacar que actualmente Kissinger es acusado de varios genocidios políticos y de múltiples violaciones de los derechos humanos, veamos como lo juzga la comunidad internacional –supongo que igual o parecido que a Pinochet-.

(Kissinger y Brandt reunidos)

Nos centramos ahora en España, como ya hemos dicho el régimen estaba en sus últimos estertores, la oposición, liderada por el PCE y las Comisiones Obreras ganaba cada vez mayor peso entre los trabajadores, entre uno y dos millones de personas se movilizaban activamente contra el régimen, siendo el apoyo mayoritario todavía para el franquismo, aunque con riesgo de perderlo debido a su desmoronamiento y a la crisis económica –no olvidemos la crisis del petróleo de 1973-. Cuando muriese el dictador ¿Qué iba a pasar? La respuesta primera sería, una democracia a lo occidental, pero el problema sería ¿Quién ganaría las elecciones? En un principio se dilucidaban dos partidos contrapuestos, el heredero del franquismo –lo que a la postre serían UCD y AP (PP)- o el partido de oposición, el PCE. Tras la revolución de los claveles y la demostración de fuerza del comunismo portugués, ¿podría el PCE presentarse como un partido de gobierno?

Desde EEUU y Alemania se llevaba diseñando muchos años como iba a ser la transición española, ahora se enfrentaban a nuevo problema, ¿Quién ocuparía ese lugar de izquierda moderada? Esa izquierda capaz de contener a los trabajadores y mientras obedecer a los dictados geoestratégicos (entrar en la OTAN, privatizar pilares económicos, entrar en la UE…), en Europa eran los partidos socialdemócratas los encargados, en España este partido sería el PSOE. El problema del PSOE es que había desaparecido durante los cuarenta años de dictadura, que aun estaba anquilosado en ideas marxistas de la socialdemocracia bernsteniana y la falta de un relevo generacional capaz de conectar con los nuevos tiempos.

«Los servicios secretos norteamericanos y la socialdemocracia alemana se turnan celosamente en la dirección de la Transición española, con dos objetivos: impedir una revolución tras la muerte de Franco y aniquilar a la izquierda comunista. Este fino trabajo de construir un partido «de izquierdas», para impedir precisamente que la izquierda se haga con el poder en España, es obra de la CIA, en colaboración con la Internacional Socialista. El primer diseño de esta larga operación se remonta hasta la década de los sesenta, cuando el régimen empezaba ya a ceder, inevitablemente, bajo la presión de las luchas obreras y las reivindicaciones populares. El crecimiento espectacular del PCE y la desaparición de los sindicatos y partidos anteriores a la Guerra Civil, especialmente UGT y el PSOE, hacen temer una supremacía comunista en la salida del franquismo. Los cerebros de la Transición comienzan a marcarse objetivos muy concretos.»

«En el propio Pentágono, Fernández Monzón es recibido por un coronel estadounidense. «Me puso frente a un gran mapa que tenían desplegado allí, lo señaló y me preguntó qué veía», recuerda el hoy general en reserva. «Yo le contesté: ‘Un mapamundi’. Y él insistió: ‘Pero ¿qué hay en el centro?’ El mapamundi se puede desplegar de distintas formas, claro, y ellos lo habían hecho de modo que en el centro exacto quedaba la península Ibérica. Entonces le contesté: ‘En el centro está España’. Y él, sonriente, remachó: ‘Pues por eso está usted aquí’.» «No es verdad todo lo que se ha dicho de la Transición. Como eso de que el rey fue el motor. Ni Suárez ni él fueron motores de nada», continúa Fernández Monzón. «Sólo piezas importantes de un plan muy bien diseñado y concebido al otro lado del Atlántico, que se tradujo en una serie de líneas de acción, en unas operaciones que desembocaron en la Transición. Todo estuvo diseñado por la secretaría de Estado y la CIA, y ejecutado, en gran parte, por el SECED, con el conocimiento de Franco, de Carrero Blanco y de pocos más» (Extractos del libro "La CIA en España" de Alfredo Grimaldos)

(La CIA en España, libro muy recomendable de Alfredo Grimaldos)

Así llegamos al congreso de Suresnes, el más importante del PSOE moderno, ya que desde este, se marcó la política y el papel que este nuevo PSOE llevaría en el sistema de la segunda restauración. Debía ser el partido de la izquierda, el partido que arrebatase los votos al PCE y que llegase a ser un partido de gobierno, un partido que desde el gobierno aplique privatizaciones e introduzca a la nueva democracia española en los entes supranacionales anticomunistas, la OTAN y la UE. Desde un gobierno de derechas (UCD) hubiese sido imposible la entrada en la OTAN, por ejemplo, debido a la contestación ciudadana que esta decisión hubiese tenido.

La militancia del PSOE en los 70 era casi inexistente, durante la república y la guerra civil fue el primer partido de la izquierda, pero tras la guerra, la represión, y que la mayoría de cuadros jóvenes (JSU) acabaran en el PCE, el PSOE se recluyó a un exilio alejado de la realidad española, condenado a la desaparición.

¿Pero cómo se iba a conseguir todo esto con un tiempo tan limitado? Se necesitaría gran financiación, sin problemas si tienes a la CIA y a los alemanes detrás, y una nueva dirección, que eliminara todo lo relacionado con el marxismo y que imprimiera juventud y carisma para esa “nueva” España. La nueva dirección salió de Andalucía, Felipe González, Alfonso Guerra y Manuel Chávez.  Sobre todo González sería el protagonista de este cambio y de este congreso. Lo sucedido en Suresnes es lo de menos, estaba todo preconcebido, el congreso lo ganó González, retiró toda referencia al marxismo y abrazó el librecambismo, y pronto se empezó a ejecutar el aislamiento del PCE y la sobredimensionada publicidad que tuvo el PSOE durante los primeros años de transición –comparada con en censurado PCE que hasta pocas semanas antes de las elecciones no fue legalizado, sin tener posibilidades de aparecer en los medios-.

(Imagen de una manifestación antifranquista)

El enorme carisma de González y su habilidad política para arrinconar al PCE, y para contradecirse sin llegar a tener efectos electorales perjudiciales, hicieron de Felipe el héroe de la transición junto al rey y a Suárez. Acabaría ganando las elecciones en 1982, y aplicando todo aquello que interesaba a EEUU y al bloque occidental, desmantelando así, la soberanía y el tejido productivo que hoy tanto echamos en falta.

Lo importante de este congreso es:

La injerencia extranjera en los planes políticos del país, la transición se elaboró desde fuera, cada vez lo tenemos más claro y las pruebas lo evidencian. España no fue –y sigue siendo- nada más que una pieza dentro de la geoestrategia mundial, con Franco cumplió un papel necesario para EEUU, la contención del comunismo, el congreso de Suresnes se realizó para que el comunismo siguiese contenido, pero esta vez desde la democracia burguesa.

2º Comenzaría a desarrollarse de forma sustancial el sistema político español, el PSOE, desde este momento quedaría como uno de los partidos del poder, ya que fue diseñado a partir de Suresnes para aplicar una serie de medidas que sólo puede aceptarse desde el gobierno. El otro partido aparecería por inercia como contraposición a la “izquierda socialista”, UCD y AP, los partidos del franquismo –uno moderado y otro sin tapujos- acabarían formando el PP, la otra pieza indispensable para el sistema bipartidista. El otro agente en cuestión, el PCE, acabaría siendo víctima de la estrategia de Kissinger y de sus propios errores intentos, abrazando el eurocomunismo carrillista que acabaría por destruir interna y externamente al único Partido que fue oposición en el franquismo.


El PSOE surgió como el partido que debía ocupar el espacio de la izquierda, y así fue, la lucha contra el PCE se ganó pronto, el problema es que el PSOE se formó desde un inicio por personas sin ideales socialistas ni obreros, y aquellos que entraron posteriormente, en su mayoría, tampoco lo fueron. Y bajo mi punto de vista, nunca lo será, ya que el papel del PSOE está determinado no sólo históricamente desde Suresnes, sino que también organizativamente, donde la cúpula del partido es quien elige tanto a dirigentes como a diputados, presidentes autonómicos o alcaldes, el PSOE no se puede cambiar porque ya forma parte del sistema, es una herramienta de este, si se cambiase dejaría de ser el PSOE y pasaría a ser otra cosa.

Hoy en día nos encontramos en un final del ciclo del sistema político –haciendo historia comparada con la primera restauración podemos ver como los dos partidos del régimen (PP y PSOE/Conservadores y Liberales) pierden peso electoral y aumenta el clima de protestas-, finalmente los partidos del poder –en los años 20- hicieron frente único ante su repliegue (al igual que en Grecia (2012) o en Euskadi (2009)) y como probablemente pase aquí a nivel nacional dentro de no mucho tiempo. No podemos saber lo que pasará después, pero para algo está la historia, sería interesante encontrarnos un escenario político tras las siguientes elecciones donde PP y PSOE se vean obligados a coaligarse, evidenciando así su papel en el actual sistema político.