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lunes, 30 de marzo de 2015

La multitud en la historia. Los disturbios populares en Francia e Inglaterra, 1730-1848. George Rudé.

“La multitud en la historia”, como cualquier otra obra no se puede comprender sin conocer las manos que la elaboraron, pero más aún en este caso; pues la obra de los marxistas británicos, entre ellos George Rudé, esta fuertemente relacionada con su vida, con su militancia y con su contexto histórico. Nuestro autor, de padre noruego y madre británica, que visitó la URSS a comienzos de los años 30, que estuvo apagando los incendios en Londres provocados por los bombardeos nazis, emigrado político a Australia... cumple el perfil de esos jóvenes británicos interesados por la historia que se conocieron en el Grupo de Historiadores del Partido Comunista de Gran Bretaña. Se podrían hacer más aportes bibliográficos, pero de lo que esta claro es que su compromiso político conectó con su profesión, la de historiador.

Este estudio trata desde una perspectiva paralela lo que fue la mayor preocupación de los marxistas británicos, la definición de clase como un sujeto histórico, dialéctico y no como una categoría metafísica; paralela porque el sujeto no es la propia clase como lo fue “La formación de la clase obrera en Inglaterra” de Thompson publicado por las mismas fechas, si no la multitud.

Como buen marxista una de las motivaciones de su obra es la crítica, la crítica a las visiones elitistas de Le Bon, Burke o Taine que califican como “turba”, “populacho” a cualquier manifestación política venida de abajo, advirtiendo igualmente que no hay que derivar en análisis de estereotipos positivos de los que reconoce sentirse más cercano.
El estudio se sitúa también en una de las encrucijadas históricas preferidas de los marxistas, la famosa “transición del feudalismo al capitalismo”; pues aunque lleve el título que lleva perfectamente se podría haber titulado; “la formación política de las clases populares en la transición del feudalismo al capitalismo”.


La estructura del libro nos conduce en primer lugar por diferentes revueltas ordenadas cronológicamente y geográficamente; la segunda parte del libro es una síntesis de las características comunes y un análisis global de todo el objeto de estudio. Destaca sobretodo la impresionante meticulosidad a la hora de describir el recorrido geográfico de las revueltas, o las subidas de precios que precisa en cantidad, en mercado y en día, o los nombres de los cabecillas de la multitud, o el número de condenados y su edad, o los deportados.
Pero esto no nos tiene que sorprender, pues el estudio sistemático de las fuentes no tomándolas como un ídolo es una característica de los marxistas británicos que antes de caer en la especulación, fuertemente criticada y que engendró debates como el acontecido entre Thompson y Althusser, basaban sus tesis en lo que les dictaba su práctica histórica; esa relación tan difícil de mantener entre la teoría y la práctica.
Otra de las grandes cuestiones a destacar es la aplicación de los conceptos de Antonio Gramsci. Mostrar como la multitud no solo actúa por cuestiones prácticas si no también por cuestiones simbólicas y de ideología; lo que el italiano llamó la conciencia práctica y la conciencia teórica. También Rudé dedica un pequeño espacio para hablar de los líderes de esas multitudes, poco conocidos y estudiados, intentado dotar de rostros a la multitud; y cómo la influencia de esos líderes depende de muchos factores entre los cuales destaca la cercanía a las clases sociales en protesta. Hace también una gran diferencia entre los líderes que surgen de la multitud y los líderes ajenos a la multitud y sin embargo está actúa en su nombre; otra muestra más de la importancia del estudio de las situaciones concretas.

Rudé, como los marxistas británicos, baja el marxismo, y todo lo que ello supone en su más hondo calado epistemológico, a la práctica histórica. Se les ha situado siempre desde la academia como alejados del marxismo ortodoxo, y desde el marxismo se les ha asignado la categoría, a veces incluso con matices peyorativos, de heterodoxos. ¿Pero no es al estudio de las luchas de clases, alejadas de una visión idealista y mecanicista, y como estas afectan al desarrollo de la historia a lo que se dedican los historiadores marxistas? Por lo menos esto es lo que nos demuestra George Rudé relacionando las revueltas del hambre y su relación con las revueltas políticas, lo que nos demuestra estudiando la multitud en acción, las clases populares “saliendo del cubo de la basura de la historia”, dándole la vuelta a la frase de Trostky.



Para finalizar, estudiando en profundidad la obra y conociendo las bases del marxismo uno no podría decir que Rudé se aleja de la tesis marxista de que con la lucha práctica(condiciones subjetivas, experiencia de clase), con el avance de la industria moderna(fuerzas productivas) esa “multitud” heterogénea preindustrial se acaba convirtiendo, o mejor dicho, una de sus facetas evoluciona hacia el proletariado consciente, hacia la clase obrera, ese sujeto que según el socialismo científico tiene la capacidad de transformar la realidad.

jueves, 22 de enero de 2015

Reseña sobre Antonio Gramsci, ¿Qué es la cultura popular?, Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2011

Como comunistas e historiadores tenemos el deber de recuperar la figura de Antonio Gramsci, del intelectual de la clase trabajadora fundador del PCI, para alejarla de las interpretaciones posmodernas realizadas por aquellos que ignoran alegremente su fondo leninista. Aquí va una pequeña aportación.


¿Qué es la Cultura Popular? es una selección de textos realizada por los profesores Anaclet Pons y Justo Serna de la Universidad de Valencia, especializados en Historia de la Cultura; va encaminada a intentar mostrar de una manera directa, sin comentarios, con una traducción que respeta las expresiones en otros idiomas, qué es la cultura popular para este intelectual italiano. La intención de reeditar a Gramsci, sin comentarios novedosos ni nuevas posturas al respecto, en una edición en castellano, simple y de fácil acceso para los estudiantes, casi se podría decir de divulgación, pese a la complejidad del italiano, es retomar su concepto de cultura popular e intentar interpretarla desde una posición actual, dejando al margen, que no prescindiendo, de todo lo que se ha dicho de él desde su descubrimiento a finales de los años 40.
Estos textos, artículos de diferente extensión, no están escritos para ser publicados si no como reflexiones propias desde su precaria situación. Antonio fue encerrado por el régimen fascista italiano por comunista, y es en este espacio de la cárcel bajo censura y con condiciones malas de salud que sufría Gramsci elabora estas reflexiones; es importante tenerlo en cuenta pues la censura, el miedo a no poder escribir determinadas cosas, le obliga a utilizar determinados conceptos o términos cambiándoles el nombre: filosofía de la praxis por marxismo, usa acrónimos etc. La terminología de Gramsci es compleja, y como el mismo diría hay que saber interpretar la historicidad del término. Bajo estas premisas el contenido de estos términos no es explicado y hay que conocer el significado que para él, como comunista, político e italiano, tenían estos conceptos.


En el primer conjunto de textos titulado Filosofía de la praxis nos ofrece su desarrollo del marxismo. En concreto se dedica a desarrollar sus ideas sobre lo que en terminología marxista se conoce como superestructura, más en concreto el terreno de la ideología. Es en este terreno de la ideología donde sitúa el papel de la cultura, que es donde se desarrolla la lucha ideológica entre las clases sociales. La cultura popular es el terreno donde se da el combate entre dos filosofías la dictada por el quehacer del pueblo, es decir la de su práctica vital, condicionada por la estructura económica; y por la filosofía impuesta históricamente, es decir, la ideología dominante.
La alienación, importante concepto del marxismo, se da según Gramsci cuando el "sentido común", es decir la ideología históricamente impuesta, domina en la cultura popular.
Intentando responder al título del libro se puede destacar la importancia que le da a la base de la cultura. Reflexiona sobre que si una determinada expresión cultural carece de una base social que la comparta, defienda y asuma como suya esa expresión se convierte en un capricho individual; es más, tampoco se pueden concebir históricamente las fuerzas sociales sin expresiones culturales propias. Y a partir de esta premisa establece que toda clase subalterna tiene su propia cultura, aunque esta este contaminada por la cultura de las élites.

¿Pero, cómo se impone la cultura oficial, si las clases subalternas producen sus propias expresiones? Aquí es donde entra uno de los grandes conceptos desarrollados por el italiano, el papel de los intelectuales. Los intelectuales es aquella capa de personas con funciones variadas que dan homogeneidad a un grupo social, ya sea el técnico industrial, el patrón, el novelista o el editor. Los determina pues la capacidad de "organizar" la sociedad para una determinada función.
Viene a decir que todos los intelectuales trasmiten determinado tipo de cultura de una clase social; y que la capacidad para generar intelectuales y su calidad determinan la balanza en esa lucha de clases que se desarrolla en el plano ideológico. Se centra en su país de manera bastante pesimista analizando los pocos intelectuales que generan las clases subalternas italianas, y como a estas les tiene ganada la batalla la Iglesia principalmente.
Pero estas generalizaciones parten del estudio de cada cultura, que las entiende en el plano nacional, y de su desarrollo histórico concreto; es decir que hay que estudiar en profundidad el desarrollo concreto de las sociedad para ver el papel y la actitud de los intelectuales.
En el estudio del desarrollo concreto de la cultura italiana el italiano hace especial hincapié en temas periodísticos y literarios, cabe recordar que su formación académica es filológica y que fue director de L´Ordine Nuovo. Explica como a través de los gustos literarios se puede interpretar la cultura y posición política de las clases subalternas, como cada tipo de novela responde a unos intereses y como cada escritor trasmite una determinada posición política. Respecto al periodismo hace un análisis de lo que para el debe ser un buen periodista, como debe comprender orgánicamente la sociedad, la ciudad donde es corresponsal... Y describe en los últimos capítulos en que debe consistir un periódico que aspire a ser una herramienta de información para las clases subalternas.



La importancia de Antonio Gramsci y su peso en cualquier persona preocupada por la Historia Cultural recae en que a través de una óptica marxista, corriente que siempre le ha otorgado más tiempo a la investigación de la infraestructura, intenta desentrañar los mecanismos de funcionamiento de la superestructura, en concreto los de la ideología dominante. Reflexiona, en la Italia de su tiempo a través de lo que le llegaba a la cárcel, sobre la cultura como el campo donde se desarrolla la lucha de clases y que mecanismos, diferentes a los de la lucha de clases en el plano socioeconómico, toma.

sábado, 17 de enero de 2015

Los marxistas británicos y la cultura.

Para intentar explicar la relación existente entre los marxistas británicos y la cultura hay que comenzar comentando brevemente el enfoque particular que dan a la cultura este heterogéneo grupo. Este conjunto de historiadores británicos se empiezan a conocer, a elaborar y a discutir de Historia con el Grupo de Historiadores del Partido Comunista de Gran Bretaña. Su implicación política, en el contexto de la Europa de la derrota del fascismo y el gran shock social y político que eso había supuesto a toda la sociedad, fue pues la primera de las características que define al grupo. Esto es lo mismo que decir, que hay que entenderlos en su contexto político-histórico, y como este contexto esta muy influido por el marxismo, en parte por el denominado marxismo ortodoxo; las diferencias que tiene con este serán explicadas más adelante ya que su preocupación por la cultura es, en mi opinión, uno de los mecanismos que tienen para diferenciarse y discutir algunas premisas del la concepción marxista de la Historia.


Esta implicación política se plasma en su producción histórica recogiendo la tradición marxista, aunque no solamente ya que también beberán de la propia historiografía inglesa. Esto conlleva a que el enfoque de sus estudios este orientado a "transformar el mundo" como el propio Marx en la onceava Tesis sobre Feuerbach: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo". Esto quiere decir que su preocupación por la cultura, que se puede ver en sus intereses personales como es el caso de Thompson que estudió literatura, Raymond Williams que era profesor de arte escénico y Hobsbawm que escribió artículos culturales alejados del estudió histórico como por ejemplo de Jazz, estará orientada hacía aquellas facetas de la cultura de las clases subalternas que ayuden a comprender el funcionamiento de estas, la Historia desde abajo, ya que como marxistas comprenden que son estas clases las que tienen la capacidad de cambiar el mundo.

Pero su preocupación por la cultura va más allá del mero interés individual, aunque este existiera. Su preocupación por la cultura se sitúa en el plano académico en intentar explicar la lucha de clases, y las clases como consecuencia de esta, investigando más allá de lo puramente económico. Por lo tanto su trabajo trata cuestiones culturales.

Pero antes de continuar desentrañando la relación y aportaciones de los marxistas británicos a la cultura hay que definir, en un concepto como es el de cultura siempre tan volátil, qué es la cultura para los marxistas británicos.

Aquí cabría poner diferentes definiciones de cultura de varios autores, historiadores, filósofos, sociólogos... Todos coincidirían en exponer que es algo organizado, es decir, un complejo, un sistema, un proceso... es decir, que se puede conocer y que tenemos la capacidad de categorizarlo; y por otro lado que ese algo lo forma el comportamiento y la inteligencia humanas, significados, actitudes, valores, identidades, conocimiento, creencias, arte, moral, costumbres, tradiciones y otros muchos más sustantivos que se podrían emplear para llegar a entender qué es lo que nos hace humanos y nos aleja del mundo animal.

Tradicionalmente el marxismo ha tratado al ser humano como un ser económico, y el papel que juegan los marxistas británicos, es precisamente a través de las herramientas marxistas de análisis de la historia incluir la faceta cultural. Esto no quiere decir que se prescinda de una cierta determinación económica pues según las palabras de Raymond Williams: “Un marxismo carente de todo concepto de determinación, sin duda, no tiene sentido. Un marxismo con muchos de los conceptos de determinación que ahora incluye está muy disminuido.” [R. Williams, Marxism and Literature, Oxford, Oxford University Press, 1977, p83.]. Es esta contradicción, que tradicionalmente en terminología marxista se ha denominado infraestructura-superestructura, entre como de autónomo es el desarrollo de la cultura de las bases materiales en las que surge, la que los británicos intentan superar; y entenderlo como un todo.

Esta posición no se puede comprender sin la influencia de Antonio Gramsci, cuyos escritos, los famosos Cuadernos desde la cárcel, fueron difundidos a finales de la década de los 40 y principios de los 50. La influencia de Gramsci se centra sobretodo en reforzar la idea de que no se puede analizar ni entender una clase social sin su desarrollo histórico cultural concreto. Y que este desarrollo cultural concreto es fruto de una cultura impuesta y que es ajena al pueblo, y una cultura práctica emanada de las experiencias sociales y materiales de las clases; ambas culturas se entremezclan y no son puras ni independientes. También sostiene que no se puede desarrollar una determinada expresión cultural si no hay una fuerza social que la apoye o sostenga, análisis bastante marxista reforzando la posición de que la esfera cultural no es autónoma de la esfera social-económica. Pero los marxistas británicos, cogiendo estas ideas defienden que si bien es cierto que una expresión cultural no se puede entender sin la fuerza social, una clase social con definición económica, esa clase o fuerza social tampoco se puede comprender sin el desarrollo cultural histórico concreto; añaden el componente de la práctica histórica a los análisis del político italiano.

En otras palabras que la clase solo se puede definir si se define la lucha de clases, determinada por las relaciones de producción, y estas relaciones de producción no solo se dan en el plano material y económico si no que se dan en lo moral, en lo político y en lo cultural. La producción de estos historiadores resalta la unión entre infraestructura y la superestructura para comprender globalmente la Historia, mientras que el marxismo ortodoxo refuerza el papel de la infraestructura como determinante de la superestructura.

Todo esto se plasma en la producción histórica de los marxistas; un alegato a esta superación de la visión de la clase son los trabajos de E.P. Thompson La formación de la clase obrera en Inglaterra, o la recopilación de artículos de Tradición, revuelta y consciencia de clase. El solo título de estas obras nos muestra la orientación de los estudios; The making of english working class, en su título original, añade el termino "inglesa" a la clase obrera; el desarrollo concreto de la clase trabajadora inglesa no es el mismo que el de la clase trabajadora española, o francesa; sale de la definición de clase universalista y analiza la clase en primer lugar como proceso, "making", y en segundo lugar en un contexto histórico-cultural determinado, Inglaterra.


En Tradición, revuelta y consciencia de clase no extraña que el primer sustantivo por el que comienza el título sea "Tradición", partiendo del estudio de la cultura popular de aquellas gentes intenta demostrar los comportamientos propios de clase. Cuando habla de "consciencia", conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones, hace referencia a la "conciencia práctica" de que hablaba Gramsci, la que surge de las experiencias sociales y que convive con la cultura ajena conformando un todo. Utiliza pues "consciencia" que hace referencia al conocimiento inmediato y más práctico y no "conciencia", que hace referencia al conocimiento reflexivo, y que es el término utilizado normalmente en la teoría marxista para describir la formación madura de una clase social.

Otra obra en la que podemos ver la particular visión de la cultura de los marxistas británicos es el libro de Eric Hobsbawm et alii, La invención de la tradición, que aunque trata de una manera más directa el tratamiento de la Historia por el poder tiene ciertas reflexiones sobre "tradición" y "costumbre" que se pueden utilizar para intentar explicar su visión sobre la cultura. Para Hobsbawm la tradición, que es inventada, implica un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por por reglas aceptadas abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento. En este sentido la "tradición" se diferencia de la "costumbre", que domina en las sociedades más tradicionales, es decir, aquellas en que la cultura del poder ha sido más difícil o no ha sido necesario imponer, en que la "costumbre" no descarta la innovación o el cambio en un momento determinado, dado que su papel no es el de crear símbolos con el objetivo de mantener la situación como esta si no el de adaptarse en la práctica a nuevas situaciones. Por ello la "tradición" esta alejada de la realidad social cambiante y la constituyen rituales para cohesionar la sociedad, legitimar instituciones e inculcar creencias o sistemas de valores. Se vuelve a ver la percepción dual entre la parte impuesta y ajena al pueblo, la "tradición", y aquella parte que surge de la práctica social "costumbre".


Aunque la "costumbre" para Thompson, sería el campo donde se una contienda entre intereses contrapuestos; esto quiere decir que estos campos de la esfera cultural en la que nos movemos no son cerrados y tienen contradicciones internas y relaciones con otras esferas, es este caso concreto el campo de las costumbre no estaría solo marcado por la experiencia social concreta del pueblo, si no por la influencia del poder y de la tradición; esto, cabe decir, se fundamenta en sus estudios concretos sobre las revueltas y las formas de resistencia en la Inglaterra preindustrial.

Por último y para completar el esbozo sobre la cultura y los marxistas británicos es imprescindible comentar los estudios culturales de Raymon Williams. En Sociología de la Cultura el galés realiza un análisis marxista de la producción cultural; es decir analiza las relaciones de produción en el mundo de la cultura. ¿Si la cultura es aquel campo donde se pueden analizar las contradicciones de clase, partiendo de la base de que para el materialismo histórico la lucha de clases es el motor de la historia, porqué no estudiar la cultura como producto? Y eso es lo que intenta Williams, partiendo de la necesidad humana de la cultura, como la danza o el canto surgen de la propia naturaleza humana; analiza que es una necesidad más para el ser humano, pero que está tiene la cualidad de reproducir el sistema dominante. El análisis más importante que creo que se debe de tomar de esta obra es que el propio desarrollo técnico de la cultura entra en contradicción con su papel reproductivo, entendiendo reprodución por la construcción de esos valores, costumbres y tradiciones que hacen que el sistema se mantenga. Esa contradicción la expresa en tanto en cuanto los intereses del mercado entran en contradicción con el papel reproductivo de la cultura; es decir, que llegado el momento la producción cultural, que genera beneficios, producirá determinadas expresiones culturales que vayan en contra del propio sistema.

Esta obra, más que por las particulares conclusiones con las que se puede estar de acuerdo o no, es importante porque muestra hasta que punto se dió importancia al estudio de la cultura, al que se le aplica la misma metodología marxista que se aplica en el estudio de la producción material.

Como conclusión del ensayo decir que la cultura para los marxistas británicos no es el objeto principal del estudio. Comprenden la cultura como terreno del estudio de otras cuestiones, sobretodo de la lucha de clases. Pero sus reflexiones sobre este terreno aportan reflexiones generales sobre la cultura que pueden ser y han sido utilizadas por otros historiadores e historiadoras. Para terminar destacar que lo principal que les diferencia del resto de marxistas es la importancia que le otorgan a la especificidad del echo y a la práctica histórica como referendo de la teoría; que se refleja en el debate entre Althusser y Thompson. En cambio lo que les diferencia de otros historiadores que se han dedicado a la historia cultural es su preocupación por la cultura popular y el discernir el peso de la determinación del ser social en esta.

"Aun así, no deberíamos olvidar que “cultura” es un término
agrupador, un término que, al juntar tantas actividades y tantos
atributos en un solo conjunto, de hecho puede confundir u ocultar
distinciones que se deberían hacer entre tales actividades y atributos.
Necesitamos deshacer ese conjunto y examinar sus
componentes con más cuidado: los ritos, las formas simbólicas, los
atributos culturales de la hegemonía, la transmisión
intergeneracional de la costumbre y la evolución de la costumbre
dentro de formas históricamente específicas de relaciones de
trabajo y sociales."
[E. P. Thompson, Costumbres en común, Barcelona, Crítica, 1995, p26.]


Bibliografía:
-E. P. Thompson, Costumbres en común, Barcelona, Crítica, 1995
-R. Williams, Marxism and Literature, Oxford, Oxford University Press, 1977
-R. Williams, Sociología de la Cultura, Barcelona, Paidos, 1994
-E. Hobsbawn et alii, Invención de la Tradición, Barcelona, Crítica, 2002
-H. Kaye, Los historiadores marxistas británicos, Zaragoza, PUZ, 1989
-Antonio Gramsci, ¿Qué es la cultura popular?, Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2011

martes, 14 de octubre de 2014

Desmontando mitos: Stalin (I).



*Citas extraídas del libro de Domenico Losurdo, Stalin, Historia y crítica de una leyenda negra.

Una mirada histórica a Stalin y el revisionismo a través de Domenico Losurdo.

En este artículo he intentado hacer una pequeña reseña sobre el libro de Losurdo, además de aportar otros datos y teorías sobre el revisionismo que me parecen interesantes, no es una reseña del libro al uso, si no más bien un ensayo sobre lo que me ha sugerido el libro de Losurdo:


Link para ver y descargar el libro de Losurdo.


Domenico Losurdo es un filósofo italiano nacido en 1941 en Bari. Constituye uno de los principales filósofos italianos de la actualidad, también es conocido por sus trabajos historiográficos, y se caracteriza por su mirada antirrevisionista hacia la historia. Actualmente es docente en la universidad de Urbino. Sus investigaciones se centran en la reconstrucción de la historia de la filosofía política alemana, desde Kant a Marx, con especial interés en Hegel. Sus obras históricas se han centrando el desmontaje de mitos y leyendas. Ejemplos de estas obras serían; Il revisionismo storico. Problemi e miti, o la que voy a tratar en este ensayo; Stalin, historia y crítica de una leyenda negra.

La obra de Losurdo se podría resumir en 3 palabras; provocativa, apasionante y antirrevisionista. Provocativa porque saca a la palestra un tema tabú por parte de la historiografía profesional occidental, desmonta los mitos de Stalin, sin ser una obra de marcado carácter político o propagandísitica como podrían serlo otras que persiguen el mismo objetivo pero por medios no profesionales, como la obra de Ludo Marteens: Otra mirada sobre Stalin. Apasionante porque la redacción del autor, la estructura del texto y el interés de sus estudios, despierta al lector hasta devorar el libro. Y antirrevisionista por el objeto de su estudio, que no es otro que desmontar los mitos y leyendas que en parte la historiografía y en parte la esfera política han elaborado sobre el personaje en cuestión; Stalin. Es a parte de esto mucho más; es un trabajo fruto de una profunda investigación, que cita a docenas de los mejores historiadores del siglo XX; que además cuenta con un amplísimo repertorio de citas de personajes contemporáneos a Stalin, algunas de ellas que parecen impensables a día de hoy, y que simplemente con esas citas es capaz de desmontar muchas de las leyendas que a día de hoy siguen vigentes.

Losurdo comienza planteándose varias preguntas, que se podrían resumir en una ¿Como es posible que la figura que despertó la admiración de millones de soviéticos y de trabajadores e intelectuales en todo el mundo, pasará a ser totalmente denostada hasta el surrealismo en los años 50? Para responder a esta pregunta Losurdo focaliza su análisis en el XX Congreso del PCUS, y en el famoso discurso secreto de Nikita Kruchev. ¿Porque ese discurso tan duro sobre el hombre que hasta el día de su muerte fue admirado -por lo menos oficialmente- por el propio Kruchev e infinidad de hombres como él? Losurdo tiene respuesta para ello; alguien tenía que pagar los crímenes de la etapa anterior, Losurdo no duda ni niega la brutalidad y la cantidad de sangre derramada durante el gobierno de Stalin, lo que achaca a Kruchev es un lavarse las manos con todo lo anterior. Para Kruchev -y por ende para el gobierno soviético post-Stalin- el Gulag, las consecuencias de la industrialización y de la colectivización de las tierras solo tuvieron un responsable; Stalin. Si bien Stalin tuvo una responsabilidad ineludible en esos actos, ¿Es suficiente para calificarlo como “Enorme, siniestro, caprichoso y degenerado monstruo humano”1? Sin duda, en sus circunstancias, este discurso le sirvió a Kruchev para legitimarse en el poder tras las luchas internas por alcanzarlo, pero ¿Nos sirven estas interpretaciones para hacer un bagaje histórico sobre Stalin?

Para Losurso es necesario primero quitar los prejuicios que existen sobre Stalin. Entra dentro de la lógica actual el descrédito exagerado a una figura que fue líder de la URSS en sus momentos más gloriosos. A nadie se le escapa, que bajo el gobierno de Stalin, Rusia paso del arado feudal al átomo, es decir, que sorprendió a la burguesía mundial por su grado de desarrollo y crecimiento en momentos en los que Europa y EE.UU pasaban por una de sus peores crisis, es además -aunque la propaganda nos indique lo contrario- el que lideró al país que más aportó para derrotar a los nazis en la segunda guerra mundial. Fue el comunista que más apoyos recabó en vida y el que en mayor medida -en la práctica- extendió el socialismo. Lógicamente, un personaje de estas características no puede ser bien tratado por la ideología dominante. Así como la aristocracia del siglo XIX jamás brindó por Robespierre, ni los esclavistas romanos alabaron a Espartaco, los propagandistas de la burguesía jamás harán un estudio profesional sobre Stalin.

Lo cierto es que Stalin fue un personaje complejo, con luces y sombras, algunos se fijan en las luces, otros en las sombras, los historiadores tenemos que fijarnos en lo nuestro, en la historia. En una historia profesional que nos ayude a comprender e interpretar lo que pasó en la Unión Soviética, y para ello hace falta sumergirse en la historia de Rusia, en un análisis de las relaciones internacionales, en las relaciones de clase, en la sociología y cultura rusa, no podemos basarnos únicamente en cifras e interpretaciones destinadas a la denigración y al maniqueismo. Y esto es lo que consigue Losurdo.

Buena parte del libro de Losurdo se basa en la contextualización, en hacer historia comparada con otros estados y otros líderes del momento. Muy interesante es ver como algunos de los que comenzaron a escribir contra Stalin y la URSS en los 50, antes habían reconocido e incluso alabado a estos.

Losurdo pone de manifiesto que las prácticas de deportación o trabajos forzados denunciadas como “monstruosas” cuando se debían a los estalinistas, eran perfectamente aceptables para el Occidente liberal cuando éste las aplicaba a los pueblos colonizados. Para Losurso la obra de Stalin podría resumirse en esta frase de Isaac Deutscher -que no le tenía el menor aprecio-: “encontró una Rusia que trabajaba la tierra con arados de madera y la dejó propietaria de la pila atómica… Un resultado similar no habría podido obtenerse sin una profunda revolución cultural con la que se enviase a todo un país a la escuela para darle una amplia instrucción”2. Deutscher habría podido añadir que todo se hizo en un clima de hostilidad internacional y sabotaje inaudito y fue acompañado por la creación de un potente ejército que venció prácticamente solo al fascismo. Por supuesto fue el resultado de una dictadura feroz, ¿cómo podríamos imaginar que se hubiese realizado de una manera diferente? ¿Y cómo habríamos podido imaginar que todo eso fue realizado por el loco sanguinario, estúpido e inculto descrito en la “leyenda negra”?

Quizá una de las prácticas más sibilinas de la historiografía revisionista es la comparación Stalin-Hitler, que tan en boga está a día de hoy. Losurdo trata profundamente este tema en el capítulo Olvido de la historia y construcción de una mitología, Stalin y Hitler como hermanos monstruos gemelos. Y transversalmente en otros capítulos. Losurdo analiza como uno de los términos que se crearon de facto para asimilar el nazismo y el comunismo como algo similar es el de totalitarismo. Un término no histórico que se basa en hechos y estructuras puntuales para igualar dos ideologías -comunismo y fascismo- y dos prácticas -el III Reich y la URSS de Stalin- en un momento muy concreto, los inicios de La Guerra Fría. Al ser derrotado el nazismo quedaron como vencedores los antiguos aliados, por un lado EEUU liderando el bloque capitalista, y por el otro, la URSS al mando del campo socialista. A partir de ese momento, intelectuales como Hannah Arendt -una de las que anteriormente alabó a Stalin3- desarrollaron el aparato teórico del totalitarismo, lo que hasta el día de hoy, en su versión más simplista, ha servido para denigrar al comunismo, igualándolo al nazismo hitleriano, por los factores de: Partido único, líder con poder ilimitado y alta represión. Esta simplificación interesada, lleva al olvido de todos los procesos, de enorme complejidad, que llevaron al poder al nazismo y al comunismo en sus respectivos países. Losurdo desmonta la teoría del totalitarismo, así como las cifras hinchadas que acompañan esta teoría, hasta el absurdo de los “100 millones de muertos”. En definitiva, la teoría del totalitarismo fue una teoría política nacida por los intereses del bloque occidental con el fin de denigrar a la URSS buscando cualquier punto de comparación con el III Reich. No es una categoría histórica asumible.

Para comprender y hacer comprender la historia hay que hacer siempre un profundo análisis de circunstancias, estructuras y fuentes. La historia que hoy conocemos sobre el tema en cuestión, la que es oficial, que no por ello profesional, está escrita por revisionistas de un calado sumo, o directamente por propagandistas: Joseph Goebbles, William Hearst, Robert Conquest y Alexander Solzhenitsyn. A mi juicio los cuatro pilares del revisionismo actual. Goebbles, como ministró de propaganda del Reich comenzó con la propaganda de atrocidades sobre lo que ocurría en la URSS, esto tuvo poca repercusión en occidente, hasta que Goebbles se alió con el magnate estadounidense de la
William Hearst, magnate de la
prensa amarilla estadounidense
prensa amarilla, el empresario filofascista William Hearst. El Holodomor, a día de hoy uno de los mitos fundacionales del nacionalismo ucraniano, fue tergiversado por Goebbles y difundido por Hearst, que en 1943 publicaba en la portada del “Chicago American” que la URSS había asesinado a 6 millones de ucranianos para imponer el socialismo en Ucrania. Si bien la hambruna de 1932-33 causó una cantidad de muertes difícil de calcular, es mentira afirmar que fue por imponer el socialismo y que fue únicamente en Ucrania. Si bien es cierto que la hambruna se desata por la colectivización forzosa y la resistencia de los Kulaks, resulta difícil pensar que el gobierno soviético lo planificara de alguna manera.

Robert Conquest, un ex-agente secreto y colaborador de la CIA metido a historiador -historiador cortesano- dio los siguientes pasos con sus trabajos “El gran terror” (1969) y “La cosecha del dolor” (1986), aumentando a 26 los millones de muertos causados por Stalin, 14 en el Holodomor y 12 en los Gulags. Pero fue el premio nobel de la paz, Alexander Solzhenitsyn -escritor y ex-preso del Gulag- el que redondeó la cifra a los 110 millones de muertos: 6 en el Holodomor, 60 en el Gulag y 44 en la Segunda Guerra Mundial. Si bien, achacar los 44 millones de muertos de la Gran Guerra Patria al propio Stalin -que en realidad fueron aproximadamente 27- ya es digno de no da ninguna veracidad a estas cifras, cualquiera que haga un balance sosegado de muertes se daría cuanta de la imposibilidad de estas, si la URSS hubiese perdido 110 millones de personas en menos de 30 años, en 1953 apenas quedaría nadie, es decir, es un disparate demográfico.

Antes de la caída de la URSS, Thomas Tootle desmontó la propaganda nazi sobre el holodomor con pruebas fehacientes, sin embargo, los revisionistas afirmaban que cuando se abriesen los archivos de los servicios secretos soviéticos, sus cifras quedarían incluso pequeñas. Cuando esto finalmente ocurrió, los investigadores norteamericanos Nicolas Werth y J. Arch Getty publicaron tras años de estudio en los archivos soviéticos, las cifras reales del Gulag, con 945.000 muertos totales (contando causas naturales) y certificando que en 1953 había 2 millones de presos en el Gulag, muy lejos de los 60 millones de muertos en el total y 25 millones de presos en 1953 que anunciaba Solzhenitsyn. Aun así, estos no rectificaron su error.

Las guerras de cifras son habituales, pero los historiadores no podemos caer en eso. No es nuestra labor juzgar a los personajes históricos, si no estudiar sus circunstancias e interpretar la historia. Para Losurdo las claves a la hora de estudiar a Stalin son las siguientes: La formación de la URSS, la industrialización, la guerra a los kulaks, la alfabetización de las masas, la creación de un estado benefactor gratuito, el intento de quedar fuera de una guerra impuesta por Hitler, la victoria sobre el nazismo y sin un auténtico consenso, sin olvidar que entre bastidores crecía un conflicto civil, una fractura del partido hegemónico -el PCUS- que nunca había cicatrizado4. Hay preguntas provocativas que muchos historiadores se niegan en responder ¿Hubiese sido capaz la URSS de derrotar al nazismo sin la represión anterior? ¿Deja de ser la obra de Stalin algo paranoico e inhumano cuando comienza la operación Barbarroja?

Sin duda aún queda mucho por estudiar sobre la figura de Stalin, y en general sobre la URSS. Pero quizá lo que primero tengamos que hacer para abarcar con seriedad y profesionalidad la compleja historia del socialismo en el siglo XX, sea desterrar para siempre al cubo de basura de la historia todas las teorías revisionistas, y no hay otra forma para conseguirla que combatiéndola con datos, con fuentes y con interpretaciones rigurosas basadas en la historia profesional y en la ciencia histórica. Losurdo, sin ser un historiador de profesión, hace un gran favor a la historia con este trabajo, documentado, riguroso y escrito con erudición. Y lo más importante, realizando una de las tareas más importantes que tienen los historiadores: destruir mitos.

Cámbiese la barretina por una gorrita española,
 estadounidense, o simplemente por el símbolo del dólar.


1Parte del discurso secreto de Nikita Kruchev (1956)
2Losurdo, Pg.12.
3Losurdo, Pg. 13.

4Losurdo, Pg. 554.

Adjunto un comic-web de @masademocrata publicado en su página: http://www.locoscomunistas.org/



viernes, 9 de mayo de 2014

La victoria olvidada


Hoy 9 de mayo se celebra el Día de la Victoria, probablemente uno de los días más importantes en la historia del siglo XX. A las 0:43 del día 9 de mayo de 1945 el ejército nazi se rindió ante el mariscal Georgi Zhukov, poniendo así fin a la peor guerra de la historia en el continente europeo.

El mariscal alemán Keitel firmando la rendición frente a Zhukov.


Este día es celebrado en la Europa del Este de forma mucho más exagerada que en la Europa occidental. Y es que, la Segunda Guerra Mundial o “Gran Guerra Patria” acabó con la vida de 27 millones de soviéticos (la población total que en 1939 tenía España) y de 6 millones de polacos. La Gran Guerra Patria forma un eje fundamental en la memoria colectiva de los países del este, sobre todo en las ex-repúblicas soviéticas, Bielorrusia, Ucrania y Rusia.

Propaganda 1934
sobre la industrialización
Tenemos que remontarnos a los años 30 para entender la importancia de estos hechos. En 1933 Hitler llega al poder en Alemania, en sus escritos afirma que el principal enemigo del Reich es el bolchevismo, “bárbaros orientales, judíos y comunistas”, no sólo hay una cuestión ideológica y racial, si no que forma parte del espacio vital alemán, esto es; tierras de las que sacar población esclava, producción, recursos naturales y nuevos mercados. No olvidemos que en 1914 ya estalló una guerra por la conquista de mercados, la Primera Guerra Mundial.

Desde esos momentos la Unión Soviética empieza a prepararse para la guerra, no olvidemos que 10 años antes ha salido de dos guerras consecutivas, la mundial (1914-1918) y la civil rusa (1918-1923) un país, que ya en 1914 era de los más atrasados de Europa, en 1923 está hundido en la miseria. Desde 1929 empieza en la URSS un periodo de modernización e industrialización acelerado, dándose en los próximos 15 años el mayor crecimiento económico en su historia. Este proceso le costó caro a la URSS, aquellos hombres y mujeres, obreros sin apenas experiencia, se propusieron modernizar el mayor país de la tierra en tiempo récord. Cometieron errores, y no pocos, pero su objetivo estaba claro, avanzar con determinación hacia el fortalecimiento del país, que en un futuro, casi seguro, tendría que enfrentarse a la bestia nazi.

Las vías que utilizó la URSS para intentar aplacar al nazismo alemán y al fascismo italiano no fueron únicamente económicas, productivas o militares, también diplomáticas. Como cuenta Joseph Davies (embajador estadounidense en Moscú de 1939 a 1941) en su diario “Misión en Moscú” (llevada al cine por Michael Curtiz en una rareza antológica de hollywood), los soviéticos intentaron por todos los medios tejer una alianza antifascista junto a Inglaterra, Francia y Polonia, siendo siempre negativa la respuesta de estos gobiernos, probablemente porque temían más la amenaza comunista que la fascista -no olvidemos que fascistas y liberales comparten el mismo sistema económico, los mismos intereses de clase-. La alianza nunca se dio, y a la altura de 1939 la URSS firma el pacto Molotov-Ribentrov, el pacto germano-soviético, para algunos la traición de Stalin, para otros una astucia política que hizo ganar 2 años de preparación bélica a la URSS.

Al estallar la guerra en septiembre del 39, el ejército nazi, la Wehrmacht, demostró una superioridad abismal respecto al resto de ejércitos europeos. En pocas semanas, Polonia, Bélgica, Holanda y Francia habían caído en manos de Hitler. Los países del Este fueron aliados títeres o directamente invadidos por Alemania, quedando sólo Inglaterra, desde su isla, haciendo frente al III Reich.

Pero la guerra frente al bolchevismo tenía que llegar, Stalin lo sabía, Hitler lo llevaba preparando años. La guerra de los nazis frente a los franceses fue muy diferente como fue contra los soviéticos, Francia sufre unas 800.000 bajas en toda la guerra, siendo el país totalmente invadido o controlado por gobiernos títeres, lo mismo pasa con los otros países occidentales, la bajas son altas sí, pero nada comparado con la barbarie que se realizará en el Este.

La guerra que empieza el III Reich contra la URSS, el 22 de junio de 1941, es una guerra de exterminio. La operación Barbarroja, la mayor en la historia, despliega más de 4 millones de soldados aglutinados en 225 divisiones, 600.000 vehículos, 725.000 caballos, 4.300 blindados, más de 7.000 cañones y 4.000 aviones, además de 19.000 trenes puestos a disposición del ejército. La plana mayor nazi esperaba tomar Moscú y Leningrado en varias semanas, provocando así la rendición incondicional del gobierno soviético, pero esto jamás sucedió. Goebbles en su diario deja impronta del avance de la guerra, y de como minusvaloran las fuerzas bolcheviques:

24 de julio:
J. Goebbles; ministro de propaganda
del gobierno nazi.
No podemos conservar duda alguna acerca del hecho de que el régimen bolchevique, que existe
desde hace casi un cuarto de siglo, ha dejado profundas huellas en los pueblos de la Unión Soviética [ ...]. Sería por lo tanto justo subrayar con claridad, frente al pueblo alemán, la dureza del combate que se libra en el este. Debe decírsele a la nación que esta operación es muy difícil, pero que podemos superarla y la superaremos

1º de agosto:
En el cuartel general del Führer [ ...] también se admite abiertamente que se ha errado un poco en la valoración de la fuerza militar soviética. Los bolcheviques revelan una resistencia mayor de la que habríamos supuesto; sobre todo los medios materiales a su disposición son mayores de lo que pensábamos

19 de agosto:
El Führer está en privado muy irritado consigo mismo por el hecho de haberse dejado engañar hasta tal punto sobre el potencial de los bolcheviques, a través de los informes provenientes de [agentes alemanes enviados a] la Unión Soviética. Sobre todo su subestimación de la infantería acorazada y la aviación del enemigo nos ha creado muchos problemas. Ha sufrido mucho. Se trata de una grave crisis [...]. Comparadas, las campañas llevadas a cabo hasta ahora eran casi paseos [...]. En lo que respecta al oeste el Führer no tiene ningún motivo de preocupación [...]. Con nuestro rigor y objetividad los alemanes siempre hemos subestimado al enemigo, con la excepción en este caso de los bolcheviques

16 de septiembre:
Hemos calculado el potencial de los bolcheviques de modo completamente erróneo.1

La preparación llevada a cabo desde años atrás estaba sirviendo para que el avance de la Wehrmacht fuese costoso y penoso. Conforme el ejército nazi iba avanzando las atrocidades se iban cometiendo, millones de judíos soviéticos, eran llevados a campos de exterminio, también los prisioneros de guerra (unos 5 millones de soldados soviéticos) eran llevados a los campos, en total 18 millones de civiles soviéticos murieron a causa de la guerra, el objetivo era claro, el exterminio y esclavización de la “raza” eslava. Aun con esas dosis de crueldad nunca vistas, los soviéticos resistieron en el frente, y en la retaguardia alemana, partisanos se levantaban a miles sobre todo en las zonas de Ucrania y Bielorrusia. Detallar las crueldades nazis en los territorios soviéticos sería elevar este blog a la altura del gore. La misión histórica del fascismo, y en concreto de Hitler, era acabar con el movimiento obrero organizado, con las esperanzas revolucionarias, y fue avanzando en su objetivo poco a poco, sin importar los medios. Acabar con la URSS era el fin último de esa misión histórica.

Sin embargo, ni en dos años, los nazis lograron alcanzar sus objetivos. Leningrado fue sitiada durante más de 1000 días, cayendo más de 1 millón de soviéticos en el asedio (más que todos los caídos en Francia durante 6 años de guerra). El ejército rojo rechazó a las tropas nazis a las puertas de Moscú, en una batalla decisiva, y finalmente, al Sur, en Stalingrado, los nazis sufrieron su mayor derrota, después de más de un año de batalla y tras 2 millones de muertos entre ambos bandos, la Wehrmacht empezaba a retirarse.

A partir de 1943 el avance del ejército rojo fue imparable, acabando así con el 80% de ejército nazi (Se calcula que unos 10 millones de alemanes pasaron por el frente oriental, de los cuales de 6 a 7 millones serían bajas), las mejores divisiones de la Wehrmacht cayeron en el frente oriental, un frente que dejó más de 40 millones de muertos, entre civiles y militares de ambos bandos. Finalmente, el 9 de mayo de 1945, tras 4 años de guerra en en frente oriental, tras 40 millones de muertos, se proclamó la victoria frente al fascismo.

El 20% de los ucranianos, el 20% de lo bielorrusos, el 20% de los polacos y el 10% de los rusos (15% de los soviéticos), cayeron en la “Gran Guerra Patria”, probablemente sea el mayor esfuerzo que una sociedad haya realizado jamás, para acabar con el enemigo más cruel que jamás se ha visto en la faz de la tierra.

A día de hoy, debemos analizar la historia con los datos que los historiadores han rescatado y no a través de las películas que hemos visto. Los que acabaron con el nazismo fueron los soviéticos, 27 millones de almas tienen un peso sobre la historia que ninguna película, por muy buena que sea podrá borrar. Tampoco debemos menospreciar los esfuerzos de otros países y de otras sociedades, pero debemos de tener claro quienes soportaron el mayor peso en la guerra, saber que la propaganda de EEUU está focalizada para hacer ver que su aportación fue la más determinante, invisibilizando a su vez a su enemigo de la guerra fría.

Tabla de bajas en la Segunda Guerra Mundial:
PaísMilitaresCivilesTotal
URSS8.700.00018.300.00027.000.000
China1.324.00010.000.00011.324.000
Alemania3.250.0003.810.0007.060.000
Polonia850.0006.000.0006.850.000
Japón1.300.000700.0002.000.000
Yugoslavia300.0001.400.0001.706.000
Rumanía520.000465.000985.000
Francia340.000470.000810.000
Hungría--750.000
Austria380.000145.000525.000
Grecia--520.000
Estados Unidos500.000-500.000
Italia330.00080.000410.000
Checoslovaquia--400.000
Reino Unido326.00062.000388.000
Países Bajos198.00012.000210.000
Bélgica76.00012.00088.000
Finlandia--84.000
Canadá39.000-39.000
India36.000-36.000
Australia29.000-29.000
Albania--28.000
España12.00010.00022.000
Bulgaria19.0002.00021.000
Nueva Zelanda12.000-12.000
Noruega--10.262
África del norte9.000-9.000
Luxemburgo--5.000
Dinamarca4.000-4.000
Brasil4436071.050
Colombia16330193
México8523108
Venezuela601070
Total--61.820.385

El día de la victoria no es un día sólo para los países del este, es un día para toda la humanidad, un día también, en el que debemos rendir tributo a la sociedad soviética por aguantar lo inimaginable, por cumplir un papel histórico que quedará en los anales hasta el fin de los días. 

No debemos olvidar que Hitler pudo vencer, unas preguntas para la reflexión; ¿Que hubiese pasado si Hitler no hubiera atacado la URSS? ¿Que hubiese pasado si la URSS no se hubiese preparado para la guerra desde tanto tiempo atrás? ¿Hubiese logrado vencer al nazismo sin aplicar métodos brutales como las purgas al ejército o al partido o la industrialización y colectivización forzadas? ¿Por qué Hitler se empeñó en atacar a la URSS y en invertir todos sus esfuerzos allí sin todos los intentos históricos fracasaron? Y sobre todo ¿Por qué a día de hoy se sigue viendo como ganador en la segunda guerra mundial a los EE.UU?



1Lossurdo, Domenico; Stalin, Historia y crítica de una leyenda negra