“La
multitud en la historia”, como cualquier otra obra no se puede
comprender sin conocer las manos que la elaboraron, pero más aún en
este caso; pues la obra de los marxistas británicos, entre ellos
George Rudé, esta fuertemente relacionada con su vida, con su
militancia y con su contexto histórico. Nuestro autor, de padre
noruego y madre británica, que visitó la URSS a comienzos de los
años 30, que estuvo apagando los incendios en Londres provocados por
los bombardeos nazis, emigrado político a Australia... cumple el
perfil de esos jóvenes británicos interesados por la historia que
se conocieron en el Grupo de Historiadores del Partido Comunista de
Gran Bretaña. Se podrían hacer más aportes bibliográficos, pero
de lo que esta claro es que su compromiso político conectó con su
profesión, la de historiador.
Este
estudio trata desde una perspectiva paralela lo que fue la mayor
preocupación de los marxistas británicos, la definición de clase
como un sujeto histórico, dialéctico y no como una categoría
metafísica; paralela porque el sujeto no es la propia clase como lo
fue “La formación de la clase obrera en Inglaterra” de Thompson
publicado por las mismas fechas, si no la multitud.
Como
buen marxista una de las motivaciones de su obra es la crítica, la
crítica a las visiones elitistas de Le Bon, Burke o Taine que
califican como “turba”, “populacho” a cualquier manifestación
política venida de abajo, advirtiendo igualmente que no hay que
derivar en análisis de estereotipos positivos de los que reconoce
sentirse más cercano.
El
estudio se sitúa también en una de las encrucijadas históricas
preferidas de los marxistas, la famosa “transición del feudalismo
al capitalismo”; pues aunque lleve el título que lleva
perfectamente se podría haber titulado; “la formación política
de las clases populares en la transición del feudalismo al
capitalismo”.
La
estructura del libro nos conduce en primer lugar por diferentes
revueltas ordenadas cronológicamente y geográficamente; la segunda
parte del libro es una síntesis de las características comunes y un
análisis global de todo el objeto de estudio. Destaca sobretodo la
impresionante meticulosidad a la hora de describir el recorrido
geográfico de las revueltas, o las subidas de precios que precisa en
cantidad, en mercado y en día, o los nombres de los cabecillas de la
multitud, o el número de condenados y su edad, o los deportados.
Pero
esto no nos tiene que sorprender, pues el estudio sistemático de las
fuentes no tomándolas como un ídolo es una característica de los
marxistas británicos que antes de caer en la especulación,
fuertemente criticada y que engendró debates como el acontecido
entre Thompson y Althusser, basaban sus tesis en lo que les dictaba
su práctica histórica; esa relación tan difícil de mantener entre
la teoría y la práctica.
Otra
de las grandes cuestiones a destacar es la aplicación de los
conceptos de Antonio Gramsci. Mostrar como la multitud no solo actúa
por cuestiones prácticas si no también por cuestiones simbólicas y
de ideología; lo que el italiano llamó la conciencia práctica y la
conciencia teórica. También Rudé dedica un pequeño espacio para
hablar de los líderes de esas multitudes, poco conocidos y
estudiados, intentado dotar de rostros a la multitud; y cómo la
influencia de esos líderes depende de muchos factores entre los
cuales destaca la cercanía a las clases sociales en protesta. Hace
también una gran diferencia entre los líderes que surgen de la
multitud y los líderes ajenos a la multitud y sin embargo está
actúa en su nombre; otra muestra más de la importancia del estudio
de las situaciones concretas.
Rudé,
como los marxistas británicos, baja el marxismo, y todo lo que ello
supone en su más hondo calado epistemológico, a la práctica
histórica. Se les ha situado siempre desde la academia como alejados
del marxismo ortodoxo, y desde el marxismo se les ha asignado la
categoría, a veces incluso con matices peyorativos, de heterodoxos.
¿Pero no es al estudio de las
luchas de clases,
alejadas de una visión idealista y mecanicista, y como estas afectan
al desarrollo de la historia a lo que se dedican los historiadores
marxistas? Por lo menos esto es lo que nos demuestra George Rudé
relacionando las revueltas del hambre y su relación con las
revueltas políticas, lo que nos demuestra estudiando la multitud en
acción, las clases populares “saliendo del cubo de la basura de la
historia”, dándole la vuelta a la frase de Trostky.
Para
finalizar, estudiando en profundidad la obra y conociendo las bases
del marxismo uno no podría decir que Rudé se aleja de la tesis
marxista de que con la lucha práctica(condiciones subjetivas,
experiencia de clase), con el avance de la industria moderna(fuerzas
productivas) esa “multitud” heterogénea preindustrial se acaba
convirtiendo, o mejor dicho, una de sus facetas evoluciona hacia el
proletariado consciente, hacia la clase obrera, ese sujeto que según
el socialismo científico tiene la capacidad de transformar la
realidad.
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