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lunes, 30 de marzo de 2015

La multitud en la historia. Los disturbios populares en Francia e Inglaterra, 1730-1848. George Rudé.

“La multitud en la historia”, como cualquier otra obra no se puede comprender sin conocer las manos que la elaboraron, pero más aún en este caso; pues la obra de los marxistas británicos, entre ellos George Rudé, esta fuertemente relacionada con su vida, con su militancia y con su contexto histórico. Nuestro autor, de padre noruego y madre británica, que visitó la URSS a comienzos de los años 30, que estuvo apagando los incendios en Londres provocados por los bombardeos nazis, emigrado político a Australia... cumple el perfil de esos jóvenes británicos interesados por la historia que se conocieron en el Grupo de Historiadores del Partido Comunista de Gran Bretaña. Se podrían hacer más aportes bibliográficos, pero de lo que esta claro es que su compromiso político conectó con su profesión, la de historiador.

Este estudio trata desde una perspectiva paralela lo que fue la mayor preocupación de los marxistas británicos, la definición de clase como un sujeto histórico, dialéctico y no como una categoría metafísica; paralela porque el sujeto no es la propia clase como lo fue “La formación de la clase obrera en Inglaterra” de Thompson publicado por las mismas fechas, si no la multitud.

Como buen marxista una de las motivaciones de su obra es la crítica, la crítica a las visiones elitistas de Le Bon, Burke o Taine que califican como “turba”, “populacho” a cualquier manifestación política venida de abajo, advirtiendo igualmente que no hay que derivar en análisis de estereotipos positivos de los que reconoce sentirse más cercano.
El estudio se sitúa también en una de las encrucijadas históricas preferidas de los marxistas, la famosa “transición del feudalismo al capitalismo”; pues aunque lleve el título que lleva perfectamente se podría haber titulado; “la formación política de las clases populares en la transición del feudalismo al capitalismo”.


La estructura del libro nos conduce en primer lugar por diferentes revueltas ordenadas cronológicamente y geográficamente; la segunda parte del libro es una síntesis de las características comunes y un análisis global de todo el objeto de estudio. Destaca sobretodo la impresionante meticulosidad a la hora de describir el recorrido geográfico de las revueltas, o las subidas de precios que precisa en cantidad, en mercado y en día, o los nombres de los cabecillas de la multitud, o el número de condenados y su edad, o los deportados.
Pero esto no nos tiene que sorprender, pues el estudio sistemático de las fuentes no tomándolas como un ídolo es una característica de los marxistas británicos que antes de caer en la especulación, fuertemente criticada y que engendró debates como el acontecido entre Thompson y Althusser, basaban sus tesis en lo que les dictaba su práctica histórica; esa relación tan difícil de mantener entre la teoría y la práctica.
Otra de las grandes cuestiones a destacar es la aplicación de los conceptos de Antonio Gramsci. Mostrar como la multitud no solo actúa por cuestiones prácticas si no también por cuestiones simbólicas y de ideología; lo que el italiano llamó la conciencia práctica y la conciencia teórica. También Rudé dedica un pequeño espacio para hablar de los líderes de esas multitudes, poco conocidos y estudiados, intentado dotar de rostros a la multitud; y cómo la influencia de esos líderes depende de muchos factores entre los cuales destaca la cercanía a las clases sociales en protesta. Hace también una gran diferencia entre los líderes que surgen de la multitud y los líderes ajenos a la multitud y sin embargo está actúa en su nombre; otra muestra más de la importancia del estudio de las situaciones concretas.

Rudé, como los marxistas británicos, baja el marxismo, y todo lo que ello supone en su más hondo calado epistemológico, a la práctica histórica. Se les ha situado siempre desde la academia como alejados del marxismo ortodoxo, y desde el marxismo se les ha asignado la categoría, a veces incluso con matices peyorativos, de heterodoxos. ¿Pero no es al estudio de las luchas de clases, alejadas de una visión idealista y mecanicista, y como estas afectan al desarrollo de la historia a lo que se dedican los historiadores marxistas? Por lo menos esto es lo que nos demuestra George Rudé relacionando las revueltas del hambre y su relación con las revueltas políticas, lo que nos demuestra estudiando la multitud en acción, las clases populares “saliendo del cubo de la basura de la historia”, dándole la vuelta a la frase de Trostky.



Para finalizar, estudiando en profundidad la obra y conociendo las bases del marxismo uno no podría decir que Rudé se aleja de la tesis marxista de que con la lucha práctica(condiciones subjetivas, experiencia de clase), con el avance de la industria moderna(fuerzas productivas) esa “multitud” heterogénea preindustrial se acaba convirtiendo, o mejor dicho, una de sus facetas evoluciona hacia el proletariado consciente, hacia la clase obrera, ese sujeto que según el socialismo científico tiene la capacidad de transformar la realidad.

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